ORNAMENTO Y DELITO Adolf Loos


Su obra se desarrolla en un ambiente cultural del cual no se siente a gusto, ya que su pensamiento no contrasta muy bien con las ideas del momento, por eso, antes de analizar su crítica, una pequeña contextualización que él mismo hace de su época:

Hasta ahora, la historia de la humanidad no contaba con ningún periodo falto de cultura, hasta aquí cada cual obedecía su hora, sin mirar ni hacia delante ni hacia atrás, el desarrollo de nuestra cultura había llegado en una corriente perfectamente regular (historia = proceso contínuo), pero entonces aparecieron “falsos profetas”.

Estaban confundidos. Al conservarse solo aquellos objetos de uso que, debido a su ornamentación insensata, se prestaban poco al uso y que, por ello, no se gastaron, solo llegaron hasta nosotros las cosas ornamentadas, y así se creyó que antes sólo existieron cosas ornamentadas.

Pero Loos vio cómo habían construido los antiguos, y vio como se alejaban cada vez más del ornamento. Por ello debía contactar con el sitio donde se había roto esta cadena.

En esta época, el trabajador manual, que era moderno y culto, al no saber dibujar ornamentos, tuvieron que fundarse escuelas para poder deformar a hombres jóvenes y sanos hasta que lo aprendieran.

El arquitecto aprendió a dibujar, y como no sabía hacer otra cosa lo hacía bien. El arte de la construcción había descendido, a causa de los arquitectos hasta el arte gráfico (el arquitecto se queda entretenido en el plano de la ornamentación, en el dibujo, que era su campo, a diferencia del ingeniero, que utilizaba el dibujo como instrumento, igual que los antiguos; crítica de Loos). No consigue el mayor número de contratos quién sabe construir mejor, sino aquel cuyos trabajos causan mejor efecto sobre el papel. El mejor dibujante puede ser un mal arquitecto, el mejor arquitecto puede ser un gran dibujante (afirma Loos). Para los antiguos maestros, sin embargo, el dibujo era sólo un medio para hacerse entender por el operario.

Nos  encontramos pues en un contexto histórico lleno de “incultos”, sin ningún estilo de construcción. Los falsos profetas solo sabían reconocer un producto por las diferentes apariencias de su ornamento, algo que llamaban estilo.

No teníamos ornamento, y ellos lamentaban que no teníamos estilo. Así pues copiaron durante tanto tiempo ornamentos desaparecidos hasta encontrarlos ridículos ellos mismos que crearon nuevos ornamentos. Es decir, habían degenerado tanto culturalmente que ya podían hacerlo, y por fin se alegraron de encontrar el estilo del s.XX.

El trabajador manual no podía preocuparse mucho de libros, mientras que el arquitecto lo sacaba todo de los libros, que impedían cualquier reflexión propia. Los arquitectos solo querían eternizar y ver publicadas sus obras, y llegaron un gran numero de periódicos arquitectónicos para complacer la vanidad de esos.

El maestro de obras solo sabia construir casas: al estilo de su tiempo. El arquitectohabía perdido el contacto con su propio tiempo, y deformado este se hizo el rey. construía en cualquier estilo del pasado,

 

La arquitectura se había convertido en un arte. Pero según Loos esta no tenia nada que ver con lo primero, ya que todo lo que sirviera para un fin debería quedar excluido del reno del arte.

 

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