Llegan las ciberciudades

Arte, arquitectura y nuevas tecnologías se alían para construir las urbes del futuro.

Las ciudades del futuro serán interactivas, sensibles y mutables. O al menos eso dicen los expertos en media-arquitectura, que aplican los últimos avances tecnológicos al entorno urbano. Según sus pronósticos, bastará con echar un vistazo por la ventana para saber qué ropa ponernos, leer las noticias de última hora o decidir el mejor recorrido para llegar a tiempo a la oficina. El edificio de enfrente, convertido en una inmensa pantalla, nos informará en tiempo real de todo lo que necesitamos saber, cambiará de color en función del nivel de contaminación o emitirá mensajes publicitarios adaptados a la previsión meteorológica y los transportes públicos incorporarań sistemas interactivos para consultar el plano de la ciudad o localizar nuestra parada de destino. Todo ello gracias a aplicaciones de software y dispositivos de visualización que traduce n los datos en elementos tangibles y fáciles de comprender, como mapas, imágenes o interfaces interactivas. Estas ciber-ciudades manifiestan el salto de la era industrial a la digital y la aparición de entornos urbanos híbridos, integrados por varios niveles: el hardware, que corresponde con las infraestructuras físicas tradicionales, y el software, compuesto por redes de comunicación, mapas de conexiones y dispositivos de gestión informacional. Así, la ciudad presencial, con sus calles, plazas y edificios, contará con una dimensión añadida, capaz de responder a nuestros nuevos hábitos de vida: conectividad, movilidad y acceso permanente a la información.

Ya en 2002, siguiendo la estela del pionero Krzysztof Wodiczko, los miembros del Caos Computer Club convirtieron la biblioteca nacional de Berlin en Blinkenlights, la mayor pantalla de ordenador del mundo. Sobre su fachada, programada con software libre, los internautas podían proyectar animaciones, enviar mensajes y organizar partidas de videojuego a través de sus teléfonos portátiles. Pero la referencia inevitable en media-arquitectura es, sin duda, el estudio alemán Realities:United, creadores de las media-façades, membranas comunicativas dinámicas basadas en la transparencia de la información y la interacción entre la estructura arquitectónica y los flujos de vida. Sus creaciones, como Spots en la berlinesa Postdamer Platz o Bix en la Kunsthaus de Graz, incorporan sistemas de visualización, tramas de baja resolución y tubos fluorescentes para comunicar lo que ocurre dentro y fuera de ellos, ofreciendo al usuario una nueva experiencia de interacción. En la misma línea se encuentran el estadio Allianz Arena de Munich, de los arquitectos Herzog y Meuron, cuyo revestimiento cambia de color en función de los resultados del partido y el hotel Cloud9, proyectado por Enric Ruiz-Geli en Hospitalet de Llobregat, que reflejará la temperatura, la estación del año y otros datos atmosféricos.

En los últimos años, las media-façades han evolucionado extendiendo estas innovaciones a todo el tejido urbano. Los flujos que atraviesan las ciudades pueden ser representados visualmente mediante mapas relacionales que establecen conexiones entre, por ejemplo, el número de llamadas telefónicas, su localización y la intensidad del tráfico rodado, por zonas, fechas o franjas horarias. Un ejemplo de arquitectura relacional es la obra de Usman Hacque, Sky Ear, una nube de globos de helio que sobrevuela la ciudad y reproduce los flujos de su espectro radioeléctrico. O Real Time Rome, del arquitecto Carlo Rati y el SENSEable City Lab, que conecta los flujos de información y la actividad económica de la capital italiana para dibujar patrones de usos y mobilidad en su territorio.

Con estas innovaciones, los límites del urbanismo se expanden pero también se transforma la idea misma de espacio público, convertido en un territorio ciborg que necesita urgentemente de nuevas formulaciones. Porque, pese a su enorme potencial para articular modelos creativos de cohesión y comunicación ciudadana, muchas de las manifestaciones media-arquitectónicas actuales se quedan en simples soportes publicitarios. Como ocurre, por ejemplo, en el hipermoderno barrio de Shibuya en Tokyo donde ya se experimenta con escaparates interactivos que ofrecen productos personalizados a los transeúntes. Diego Soroa, de la consultora creativa de Bilbao Cuantics, considera que los nuevos medios nos conectan con personas y realidades alejadas de nosotros y nos aislan de lo que tenemos a nuestro alrededor pero también permiten revisar la interacción de las personas en el espacio. Así surge la idea de hardware social sobre la que también investigan colectivos como Hackitectura.net, integrado por arquitectos, hackers y activistas. Su proyecto de reconversión de la Plaza de las Libertades de Sevilla toma la forma de una Wiki Plaza, intervenida de manera permanente y colaborativa por sus habitantes. Su diseño preve la interacción entre flujos electrónicos, redes sociales y espacios físicos y la generación de formas urbanas no invasivas, participativas y horizontales.

Porque con tecnología o sin ella, el entorno urbano está cambiando. 2006 fue el primer año en toda la historia de la humanidad en que la población urbana superó a la rural y se prevé que en los próximos veinte años el 75% de los habitantes del planeta vivirá en ciudades, convertidas en regiones y divididas en zonas especializadas por usos y franjas horarias. De modo que los retos a los que se enfrenta hoy el urbanismo se miden en términos de construcción participativa del espacio público y, sobre todo, del uso de la información frente al derecho a la privacidad. Como dice Diego Soroa, “los nuevos medios no están pervertidos de antemano, todo depende de lo sutiles que seamos al utilizarlos. Son un nuevo ladrillo. Y no existen ladrillos buenos y malos sino arquitectos buenos y arquitectos malos”.