1. Que la arquitectura futurista es la arquitectura del cálculo, de la audacia temeraria y de la sencillez; la arquitectura del hormigón armado, del hierro, del vidrio, del cartón, de las fibras textiles y de todos los substitutos de la madera, de la piedra y del ladrillo que permitan obtener el máximo de elasticidad y ligereza.

2. Que esto no haga que la arquitectura futurista sea por ello una árida combinación de práctica y utilidad, sino que siga siendo arte, es decir, síntesis y expresión.

 

3. Que las líneas oblicuas y elípticas son dinámicas por su propia naturaleza y tienen un poder emotivo mil veces mayor que el de las líneas perpendiculares y horizontales, y que una arquitectura dinámicamente integrada es imposible sin ellas.

 

4. Que la decoración, como cualquier cosa sobrepuesta a la arquitectura, es un absurdo y que «el valor decorativo de la arquitectura futurista depende sólo del uso y disposición original del material en bruto o desnudo o violentamente coloreado.

 

5. Que, de la misma manera que los antiguos encontraron la inspiración para su arte en los elementos de la naturaleza, nosotros –material y espiritualmente artificiales– debemos encontrar esa inspiración en los elementos del novísimo mundo mecánico que hemos creado, del cual la arquitectura debe ser la expresión más hermosa, la síntesis más completa, la integración artística más eficaz.

 

6. La arquitectura como arte de disponer las formas de los edificios según criterios predeterminados está acabada.

 

7. Por arquitectura debe entenderse el esfuerzo de armonizar con libertad y con gran audacia el ambiente del hombre, es decir, convertir el mundo de las cosas en una proyección directa del inundo del espíritu.

 

8. De una arquitectura así concebida no puede surgir ningún, hábito plástico o lineal, ya que las características fundamentales de la arquitectura futurista serán la caducidad y la transitoriedad. Las casas durarán menos que nosotros. Cada generación tendrá que construirse su propia ciudad». Esta constante renovación del ambiente arquitectónico contribuirá a la victoria del Futurismo», que ya se afirma con las «Palabras en libertad»,el «Dinamismo plástico», la «Música sin barras de compás» y el «Arte de los ruidos», una victoria por la que luchamos sin tregua contra la cobarde adoración del pasado.