Añadir un nuevo eslabón en la línea de tradiciones que se hunde en el pasado.

Mirar hacia delante debe ser siempre un objetivo y un hecho. Esto proclama Le Corbusier como papel propio de los arquitectos, saber romper con una etapa y encontrar un nuevo lenguaje adaptado a las nuevas necesidades de una nueva sociedad transformada. Es un punto de vista totalmente contemporáneo. Sabemos que el lenguaje propio tradicional de una cultura concreta se hunde en un casco antiguo donde podremos encontrar los vestigios de su contexto. Es así como en las distintas partes que forman una ciudad podemos analizar las etapas pasadas, o los eslabones que van apareciendo entre épocas, encontrando de la actualidad un periodo de universalidad. El mundo se mueve y se transforma y va buscando nuevas respuestas acordes a los avances que se van desarrollando, acordes a un momento y un lugar. Siempre ha sido así: un momento y un lugar. Pero ahora encontramos que la idea de lugar ya no existe, se sustituye por una voluntad global, unas características universales que funden el conjunto de las particularidades locales.


En realidad, vivimos en un estado de cosas trastornado, y estamos obligados a hacer una revisión de valores para llegar a constatar que hemos alcanzado un concepto muy distinto al de nuestros padres y abuelos. La vida que llevamos es radicalmente opuesta.


Hablamos de los cambios en la actualidad. Ya no hace falta que un pensador consiga abrir los ojos en ciertos temas; la información está a mano allá donde vayamos. En este sentido y matizando las palabras de Le Corbusier, no nos encontramos en un estado de cosas trastornado, sino más bien en un cambio continuo del que somos plenamente conscientes: Actualmente, internet y los medios de comunicación en general han hecho que esta concepción de tiempo en el pasado se convierta en algo cotidiano, con toda la información que podemos conseguir con sólo un clic, sabemos qué, cuándo y cómo.  Todo va a gran velocidad, se acelera el proceso del cambio en la vida entre generaciones a medida que se avanza hacia el futuro.


Un espíritu nuevo, por encima de todas las costumbres y tradiciones y se difunde por el mundo entero. Son de características universales y todo lo humanas que pueden ser y, sin embargo, jamás fue tan grande el abismo que separa la antigua sociedad de la sociedad maquinista en la que vivimos.


En el contexto de Le Corbusier aparece constante el concepto de maquinismo como camino hacia el futuro. Una creación basada en la pureza e su función, capaz de emocionar al hombre, al ser creado por y para éste. Actualmente se abren las puertas a todo un nuevo mundo de posibilidades que llegan con la sostenibilidad de lo que creamos; la noción de pureza e importancia de la función se ha superado. Todo lo que se construye en la actualidad responde a un uso y a unas razones determinadas, sea un programa o un valor estético asociado a una adaptación. Ahora bien, en la mayoría de los países desarrollados, si quieres construir, deberá adaptarse a unas normas, deberá ser consciente de los materiales que utiliza, de las emisiones que comporta y de la huella ecológica que supone. Se trata de una de las características globales de las que ya he hablado: una preocupación universal a raíz de la globalización. El mundo se ha quedado pequeño y tenemos un concepto de unidad global, llevándonos a la preocupación por la salud del planeta.


Un Sprit Nouveau que se fijaba como programa poner al día un sistema constructivo. Basándonos en el maquinismo, en la actual transformación de la sociedad.


Conclusión de todo este proceso de evolución con la figura del arquitecto como líder de esta transformación arquitectónica acorde con el cambio social del momento. Así, interpretando en este artículo la noción de maquinismo como la sostenibilidad de la actualidad, entiendo una transformación social que mira hacia un futuro común y una adaptación de la cultura del reciclaje buscando un equilibrio global; tema que repercute directamente sobre la arquitectura.

 

 

 

 

Esther Vilà Baños

 


Partint de la idea del coneixement de les cultures i arquitectures del lloc arribem a un present farcit d’innovació que reprèn idees tradicionals.

Es mira cap un futur on la idea de lloc ja no existeix de la mateixa manera, sinó que es substitueix per una voluntat global, unes característiques universals que fonen les particularitats locals.

Es mira cap al futur, cap uns canvis contemporanis a la societat en que vivim, la globalització, la condició de ciutadà del món.

Tanmateix és un procés en el que no hi participem directament, però que amb interès i persistència podem analitzar.