Después de 1700 no ha habido ya arquitectura. Se ha llamado arqitectura moderna a una torpe mezcolanza de elementos estilísticos de lo más variado, utilizada para enmascarar el esqueleto de la casa moderna.(...) La caleidoscópica aparición y reaparición de formas, la multiplicación de máquinas, el aumento cotidiano de las necesidades impuestas por la rapidez de comunicaciones , por la aglomeración de los hombres, por la higiene y otros cien fenómenos más de la vida moderna , no preocupan en absoluto a estos supuestos renovadores de la arquitectura...Como si nosotros , acumuladores y generadores del movimiento, con nuestras prolongaciones mecánicas, con el ruido y la velocidad de nuestra vida, pudiéramos vivir en las mismas calles que para cubrir sus necesidades construyeron los hombres de hace cuatro, cinco y seis siglos. (...) crear de nueva planta la casa futurista , de construirla con ayuda de todos los recursos de la ciencia y de la técnica saciando todas las exigencias de nuestras costumbres y de nuestro espíritu, derribando cuanto hay dentro de nosotros de grotesco, pesado, antiético (tradición, estilo, estética, proporción), determinando nuevas formas, nuevas líneas, una nueva armonía de perfiles y de volúmenes, una arquitectura que tenga sólo su razón de ser en las especiales condiciones de la vida moderna y su correspondencia como valor estético en nuestra sensibilidad. Tal arquitectura no puede estar sujeta a ninguna ley de continuidad histórica. La arquitectura se aparta de la tradición, se inicia de cabo a rabo. (...) Hemos de inventar y construir de nuevo la ciudad futurista , semejante a un inmenso arsenal alborotado, ágil, móvil, dinámico en todas sus partes y hacer la casa futurista semejante a una inmensa máquina.