En una reciente entrevista realizada por la Vanguardia, se le preguntó a "Sir" Norman Foster si las grandes firmas como la suya “venden” marca antes que arquitectura. El arquitecto fue tajante al afirmar que nunca formaría parte de una marca que aportase una solución universal a cada proyecto, ya que cada uno de ellos es especial.

Cree en una arquitectura que satisface adecuadamente las necesidades de la gente, y opina, que no lo conseguirá una marca que no tenga en cuenta que cada proyecto se ubica en un lugar distinto y tiene diferentes clientes y funciones.

Aunque Norman Foster dijese lo contrario, es evidente que el nombre influye considerablemente. Un proyecto de una marca conocida es más atractivo para el cliente antes que uno de marca blanca, ya que proporciona prestigio al cliente, sea privado o público.

Grandes proyectos construidos durante su trayectoria han dado reconocimiento a arquitectos que muchas veces son llamados por su prestigio,  asegurándose así una obra de gran renombre.

No todas las obras de estos arquitectos tienen la misma repercusión a nivel social, ya sea por la escala del proyecto a nivel dimensional, como por la función del proyecto (viviendas, oficinas…) que vendrá definida por la voluntad del cliente, el cual podrá ser privado o público, y ser poseedor de un nivel adquisitivo concreto.

Recientemente se ha sabido que Norman Foster estipula en su contrato de proyecto que en caso de ganar algún concurso, él recibirá mayores honorarios de los acordados en un principio. Si puede permitirse hacer esto, es porque sabe que su proyecto tiene muchas posibilidades de ser elegido gracias a su fama personal.

Digan lo que digan los grandes arquitectos, es evidente que la marca es una realidad, y muchos se benefician de ello con nuestro consentimiento.

Links relacionados:

http://www.lavanguardia.es/lv24h/20081024/53565899340.html

http://www.worldarchitecturenews.com/index.php?fuseaction=wanappln.projectview&upload_id=589