ARQUITECTURA Y ARTE

 

La lectura del texto de Loos, “Arquitectura”, me ha llevado a plantearme el debate entre arquitectura y arte. En éste he focalizado dos ideas o conceptos principales: el arte y la casa.

 

            Loos plantea el arte como todo aquello que no sirve para un fin, un arte revolucionario basado en el futuro, que te arranca de tu comodidad, que no ha de reunir cuentas a nadie y que es la creación de y para el artista; con lo cual, no es una necesidad para el ser humano. Considera que es una fuerza contraria a la cultura que trata de instalar determinados valores todavía inexistentes en ella, perturbando sus fundamentos profundamente conservadores e introduciendo valores que la misma sólo alcanzaría en el futuro.

            En base al texto, la premonición de estos valores futuros es producto de un genio, persona de individualidad absoluta y aislada de su cultura, dotado del don de la creación. Según Ruskin, “el genio solo consigue su meta cuando no se propone ninguna”; o, como dice Loos, “crea nuevos valores sin proponérselo, inocentemente”.

            En contraposición, define la casa como un elemento conservador, que hace que nos sintamos bien, que se basa en el presente, en nuestras necesidades, y debe gustar a todos. En conclusión, cumple un fin, es necesaria.

            En base a estos dos conceptos, Loos concluye que “la persona ama todo lo que sirve para su comodidad y odia todo lo que le arranque de su posición acostumbrada, asegurada. Ama la casa y odia el arte. Con lo cual la casa no debería tener nada con el arte ni colocarse la arquitectura entre las artes.”

            Pero yo me pregunto, si el arte no es una necesidad, ¿por qué existe? Desde mi punto de vista el arte responde a unos sentimientos y expresiones que necesitamos exteriorizar, materializar. El artista quiere explicar cosas de una forma alternativa a la palabra y la letra. Queremos gestos, colores, formas, espacios, sonidos, movimientos… en definitiva, todo aquello que nos provoque lo que necesitamos, el emocionarnos.

            Es indudable que el arte siempre ha tenido un papel fundamental en la sociedad y su significado ha ido evolucionando en base a la época.

Si nos remontamos a la Antigüedad, la arquitectura y el arte ya estaban unidos. La decoración de templos y tumbas, con relieves y pinturas murales, era considerable. Más tarde, durante el Renacimiento y el Barroco, el arte pasó a tener una función principalmente decorativa, así como disimular los defectos de la arquitectura que lo acogía; por ejemplo, las pinturas ilusionistas que con sus perspectivas arquitectónicas prolongaban la arquitectura real (Capilla Sixtina de Miguel Angel).

Con los nuevos materiales industriales se propició el surgimiento de un nuevo tipo de arquitectura, donde las superficies antes destinadas a recibir decloración mural desaparecieron casi por completo, siendo sustituidas por grandes aberturas. De esta manera surgieron nuevos valores espaciales, volumétricos y lumínicos que sustituyeron a los que dominaron en otros períodos.

Actualmente, sólo en contadas ocasiones la arquitectura da cabida a murales o paneles, que en la mayor parte de los casos son considerados por la importancia del artista más que por su significación en el conjunto del edificio (Cúpula de Miquel Barceló en el Antic Mercat de les Flors de Barcelona).

            Por lo tanto, a modo de conclusión personal, la casa también debería cumplir con el objetivo de emocionarnos, la arquitectura debería ser y es, en mi opinión, arte.