Como estudio se interesa especialmente por el tema de la vivienda al que se dedica tanto desde el ámbito docente, Marta Peris, como profesora del curso monográfico de Vivienda, como en el ámbito académico, en la elaboración de la tesis doctoral sobre la casa japonesa, y conjuntamente en el ámbito profesional, ambos arquitectos dedican la mayor parte de su trabajo a la promoción pública de vivienda a la que acceden a través de concursos.
Finalmente en el campo teórico han escrito sobre vivienda, en un artículo “Vaciar la casa” publicado en ARQCAT 2008.



Viviedas sociales para jóvenes en can Caralleu

El proyecto se organiza en dos piezas apoyadas sobre un basamento que salva el desnivel del terreno y permite el acceso a cota del aparcamiento. Los dos edificios se anclan al basamento en los límites del solar y se unen entre sí mediante un muro en planta baja que da unidad al conjunto, a la vez, que limita el espacio público del privado. Mediante un mecanismo de pequeños retranqueos se matiza la proximidad entre edificios determinada por el planeamiento, dilatando el punto de mayor tensión del conjunto. La volumetría se vacía en la última planta, al perder una de las viviendas orientadas a norte, mejorando así, el asoleo entre edificios.

El vacío entre ambos se expande en planta baja originando dos porches donde se sitúan los vestíbulos de entrada.

Se trata de 36 viviendas para jóvenes de unos 40 m2, que se distribuyen mediante un único núcleo central que aglutina los espacios servidores. Habit ación y estar se leen como un espacio continuo que constituye un espacio servido unitario, y flexible. Dicho núcleo al desplazarse respecto al centro de gravedad de la planta permite liberar la distancia suficiente para que aparezca el umbral de entrada, la zona de lavado y la cocina; mientras, la pieza exenta genera una doble circulación que permite percibir el espacio como ilimitado, de manera que nunca se vuelve hacia atrás. La ocupación del núcleo, activa el vacío a su alrededor percibiéndose no tanto como espacio restante sino como un espacio que se descubre mientras se recorre, es decir, mientras se vacía.

El uso indiferenciado del espacio interior se traduce en la utilización de un único tipo de ventana para componer la fachada. El ruido del tráfico genera la necesidad de un filtro acústico: unas galerías cuyas sombras dotan de cierta profundidad a la fachada, mientras los porticones de las ventanas sobresalen del plano arrojando una sombra cambiante en función de la orientación. Cuatro grandes aberturas pautan la textura general del edificio, atendiendo a la mirada lejana desde la Ronda de Dalt.